Animate a Manejar: Apropiarse del auto a través del mantenimiento para vencer miedos

Animate a Manejar
Animate a Manejar fue creada en 2004 por Omar Alzugaray. Según nos contó, la mayoría de sus clientes son mujeres. (Foto: Pixabay.com)

Entrevistamos en Instagram a Omar Alzugaray, creador de la academia Animate a Manejar, la cual ayuda a las personas a vencer el miedo a conducir. Según nos contó, la mayoría de sus pacientes son mujeres, y en la charla destacó la importancia del mantenimiento del auto como herramienta para ‘apropiarse’ de él, vencer el vínculo de miedo y salir adelante.

¿Qué es Animate a Manejar?

Animate a Manejar es una experiencia de manejo, un proceso paulatino y progresivo acompañada/o por un profesional de la psicología. No es un curso de manejo, no es una terapia, sino ambas cosas a la vez. Podés perder los miedos y manejar con confianza en la vía pública.

¿Quién es Omar Alzugaray?

  • Es oriundo de Coronda, provincia de Santa Fe.
  • Es psicólogo de la Universidad de Buenos Aires.
  • Ejerció como tal con pacientes con patologías puntuales, luego con gente con capacidades diferentes, atendió a pacientes de manera particular y fue dirigió distintos institutos. 
  • En 2004 creó su emprendimiento: una empresa que trata el miedo a manejar, la amaxofia. Así nació Animate a Manejar.
Lucas Amestoy, Autominuto: ¿Cuándo aprendiste a manejar?

Omar Alzugaray: «Tengo 54 años, aprendí a los 10 cuando mi papá en esa época tenía un Peugeot 404. Un auto duro pero divino. Lo amaba porque fue con el que dí mis primeros pasos. Soy muy alto, mido más de 1,90 metros, y lo que hizo mi papá, que era camionero, fue sentarme en el auto apenas llegué a los pedales. De muy chico llegué a los pedales y ahí empecé a mover el auto. Lo hacía en mi pueblo, en caminos muertos. El placer de manejar se dio desde muy chico.

-Ahora que lo podés ver con otros ojos, ¿qué tal fue tu papá como instructor de manejo?

-¡Muy bueno! Él dejaba que yo me equivocara, que experimentara y me equivoque todo lo que me tenía que equivocar, en lugares seguros. Nunca me dio el auto en Buenos Aires. Nosotros vivíamos en Buenos Aires pero íbamos a mi pueblo todos los veranos. Nunca me lo dio acá hasta que tuve registro, a los 18 años. Sí lo hacíamos en caminos muertos o pocos transitados. Él dejaba que me equivocara. Me volcaba su experiencia de haber andado en rutas por muchos años. Me advertía sobre cuestiones que podían llegar a pasar, sobre maniobras de otros. Luego, la destreza con los pies o las manos la iba adquirir solo con el tiempo. Insistía con los códigos de la calle, algo que no te lo enseñan en ningún lado. Es muy difícil que en una autoescuela te enseñen los códigos de la calle. Hay códigos que no están escritos y que van más allá de las normas del tránsito. Lo que trato de volcar desde el punto de vista de la enseñanza, no soy instructor sino psicólogo, son esos códigos. Conocerlos te va a permitir bajar tu ansiedad y saber qué es lo que puede pasar en la calle.

-Arrancaste con el proyecto en 2004, ¿hay un cambio desde entonces en el comportamiento de los conductores?

-Hay dos cuestiones: desde el 2004 a hoy, el tránsito es más caótico porque es mucho más denso. No entra nadie más en Buenos Aires y cada vez es más difícil manejar. Desde el punto de vista del cumplimiento de normas, no creo que haya cambiado demasiado y ese es otro de los factores que da miedo a manejar. La falta de respeto a las normas, faltas de respeto en la calle. Aunque no se llegue al insulto o bocinazo, se puede ser agresivo con el movimiento del auto, tirándoselo a otro o no cediendo el paso a quien corresponde.

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-¿Cambiaron los motivos de acudir a tus servicios en todo este tiempo?

-Siempre  se mantienen. Las causas son variadas: haber vivido una accidente grave, ya sea como conductor o acompañante, algo que es difícil de trabajar y puede llevar mas tiempo. Lo más común son malas experiencias de aprendizaje, aprendizaje tardío y el machismo en el tránsito o en la cultura del manejo. Es muy común que las mujeres me digan ‘mi papá le enseñó a manejar a mis hermanos varones pero a mí no me quiso enseñar’ o ‘mi papá me va a pagar el curso pero jamás me va a prestar el auto’. La impronta machista del tránsito y de la cultura del manejo es muy fuerte, como en otros aspectos. Seguimos siendo una sociedad machista, a pesar de algunos cambios.


Por otra parte, la diferencia que hay en Capital Federal entre lo que uno aprende y entrena para obtener su registro, y la realidad de la calle, es un abismo. Cuando querés sacar el registro, esquivás 4 o 5 conitos, arrancás en pendiente y hacés marcha atrás. Todo eso la persona lo entrena en un auto doble comando o en calles tranquilas, donde el control definitivo lo tiene el instructor. A la hora de manejar, uno se tiene que enfrentar con ciclistas, automovilistas, colectivos, o camiones, y la mayoría sin respetar las normas. Hay gente que lo sortea sin problemas, no tienen miedo y se adaptan a eso, pero hay gente que no puede. En general, es gente con mucha autoexigencia que quiere hacer todo perfecto. La única manera de manejar muy bien, es practicando mucho. Para ser un muy buen conductor a cualquiera le lleva años. Esa gente autoexigente ve que no tienen los recursos suficientes y abandona.

-Pensé que esto ya dejaba de ser frecuente, dado que desde 2004 a hoy las mujeres han ganado muchos derechos y espacios que en ese momento no…

-Tengamos en cuenta que la gran mayoría de las personas que me convocan son mujeres de mediana edad, entre 35 y 50, donde esta renovación y espacios ganados todavía no se dio my fuerte. Por ahí en jóvenes de 18 o 25 años no se ve tanto porque son nuevas generaciones ya formadas en otros discursos y posibilidades. Te doy un ejemplo con el auto compartido en una pareja: cuando les digo que es necesario salir con su auto, me dice ‘mi marido usa el auto para trabajar’. Entonces le pregunto si trabaja con el auto si va al trabajo con él. La mayoría me dice que va con el auto, entonces, ¿no puede tomarse un medio de transporte? Y me responden que él está acostumbrado. Es decir, ¿él tiene mayor poder o es más dueño del auto? En esto se ve claramente la cuestión machista. El auto es del hombre, no de la mujer. Por ahí es un  bien ganancial, que lo compraron los dos estando casados pero el auto sigue siendo del hombre y esto a veces cambia, y otras veces no tanto.

-Vos sos psicólogo y me imagino que se crea un vínculo con el paciente, ¿cómo es ese vínculo entre el instructor de Animate a Manejar y el conductor?

-En el acompañamiento que hacemos es necesario crear un vínculo que es diferente al del terapeuta. Por más que nosotros cuando acompañamos mantengamos distancia en algunas cosas pero con la escucha del terapeuta, no es el mismo vínculo. Hay una cercanía mayor a una terapia convencional. Es importante hacer el vínculo porque la persona a la que acompañamos tiene que tener confianza en lo que nosotros decimos y pedimos. Si no confían en nosotros, siempre va a quedar con su idea de que no lo va a poder hacer. El tema no es el vínculo que se construye, sino cómo despegarse de ese vínculo. La persona que acompañamos tiende a acostumbrarse al bastón, que somos nosotros, a tenernos al lado, al escuchar nuestra palabra. Muchas me piden que grabe mi voz diciendo tal cosa así recuerdan. Tenemos técnicas para ir despegándonos de a poco. El paso más difícil de todo el proceso es que manejen solas, sin nosotros ni nadie, incluso.

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-Y el Omar Alzugaray conductor, ¿cuánto escucha al auto?

-Yo no sé nada de mecánica, sin embargo escuchar el auto me puede indicar qué le está pasando. Incluso cuando eran los autos con carburador, jamás le metí mano, no me gusta.  Nunca me interesó la mecánica. Sin embargo, uno aprende a escuchar el auto y reconocer las fallas por al experiencia de manejar. No es lo más importante en una primera etapa. Pensá que cuando salen acompañadas de un familiar que le dicen ‘¡escuchá al auto, no ves que te pide un cambio más!’… ¡Apenas pueden con su alma cuando están manejando y luchan con coordinar sus pies con sus manos! Es imposible que escuchen el auto. Escuchar el auto es muy importante porque te va a enseñar muchas cosas o pulir el manejo, pero eso viene posterior, cuando uno ya tiene experiencia. Sin embargo, creo que es importante que toda persona que tiene miedo a manejar y está animándose , sepa cuestiones básicas del mantenimiento del auto. Eso sí.

Primero porque es importante cuidarlo y en segundo lugar, para apropiarse del auto.

Como vimos antes, si ‘el auto es más del marido que de la mujer’, entonces que la mujer se encargue de cargarle nafta, de medirle el aceite. Es decir, ‘yo, que tengo miedo, no voy a dejar que otro lo haga por mí’. Aunque sea llevarlo al playero y que lo haga él. Eso es apropiarse del auto. Pensá que el auto suele ser un objeto hostil al principio, o en el mejor de los casos, desconocido. Conocer todos los comandos del auto, que a veces ni siquiera eso saben, ayuda a apropiarse del auto. Es importante para decir ‘yo también me ocupo de mi auto’.

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Reviví la entrevista con Omar Alzugaray de Animate a Manejar

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