El Serie 2 más radical tiene nombre. Se llama Competition, y monta un motor de seis cilindros de 3,0 litros, con la particularidad de contar con dos turbocompresores, que le permiten entregar 411 CV, en lugar de los 370 de la versión más “convencional”.
Cuenta con varios cambios con respecto a aquél, pero por fortuna mantiene las dos opciones de transmisiones: una manual de seis marchas y otra automática de doble embrague, de siete.
Entre las modificaciones, se observa un nuevo frontal, cuyos fundamentos no sólo están en la estética sino también facilitan la refrigeración del motor. Hasta los retrovisores han cambiado para ofrecer, según BMW, mejor resistencia al viento.
En cuanto a la mecánica, el diferencial trasero activo, que puede hacer solidario el giro de las ruedas posteriores, tiene ajustes específicos, como así también el control de estabilidad. Los frenos, en tanto, son más grandes que el M2, con discos delanteros de 400 mm de diámetro, y de 380, para los traseros. Las llantas son de 19”, y los neumáticos conservan la medida, con 245/35 adelante, y 265/35, atrás.
